En aquellos remotos tiempos en los que los humanos convivían con dioses y demás seres mitológicos era muy sencillo saber que te deparaba el futuro. No había más que hacerle una visita al oráculo más cercano para despejar las dudas. Así, con un 100% de efectividad. Por eso, Acrisio, rey de Argos, preocupado por su falta de descendencia masculina, se acercó un buen día a Delfos. Me permito recrear la escena con alguna licencia:
- Oiga, quería saber si voy a tener algún hijo.
- De tu simiente no brotará vástago alguno.
- Pues vaya.
- Mas del femenino fruto que te dio Eurídice florecerá a su vez un retoño varón.
- Bueno, menos da un piedra, por lo menos tendré heredero.
- El heredero te matará.
- ...
- Oiga, quería saber si voy a tener algún hijo.
- De tu simiente no brotará vástago alguno.
- Pues vaya.
- Mas del femenino fruto que te dio Eurídice florecerá a su vez un retoño varón.
- Bueno, menos da un piedra, por lo menos tendré heredero.
- El heredero te matará.
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